Introducción
La reforma del examen de selectividad, la denominada “nueva Selectividad o “nueva PAU” entró en vigor a partir del curso académico 2009-2010.
A esta reforma llegamos tarde porque todo la normativa (ver Real Decreto 1892/2008) ha sido ya aprobada y se empezó a aplicar desde el pasado curso académico. Esto no quiere decir que ya no podamos hacer nada; al contrario, es justo ahora, dada la cercanía del examen de Selectividad, cuando en todos los institutos está presente el tema de la reforma y entre las y los estudiantes de medias se comentan los numerosos problemas y dificultades adicionales que conllevará la nueva PAU.
La campaña de enseñanzas medias que se desarrollará sobre esta reforma, nos permitirá, por un lado, denunciar las desventajas prácticas para la o el estudiante, sobre todo desde el punto de vista de la desigualdad social y, por otra parte, propiciar un proceso de movilizaciones, en el plano de la enseñanza secundaria, aunando la lucha contra la reforma laboral y de las pensiones, ya que podemos claramente colocar la nueva PAU dentro del proceso de mercantilización, elitización y desregulación educativa que venimos denunciando los últimos cursos; más concretamente podríamos conectar la nueva PAU con la Estrategia de universidad 2015.
¿En qué consiste la nueva PAU?
La nueva Prueba de Acceso a las Universidades cuenta como principal novedad con la introducción de la “prueba específica” que se sumará a la prueba general, actualmente en vigor (en la que se incluirá también, a partir del curso académico 2011-2012, una prueba oral de inglés). Esta prueba específica será, en principio, voluntaria y servirá exclusivamente para subir nota.
La prueba específica se compone de un conjunto de exámenes (máximo 4) de una hora y media cada uno, al igual que los de la fase general, que versarán sobre las materias de modalidad (diferentes para cada modalidad de bachillerato) de segundo de bachillerato que la/el estudiante elija libremente. Sin embargo, para que estos exámenes suban nota, las asignaturas tendrán que estar vinculadas con la rama de conocimiento en la que se encuentre la carrera universitaria en la que el estudiante vaya a matricularse.
Para cada materia de la prueba específica “las universidades”, según establece el decreto, tendrán que decidir la ponderación, es decir el porcentaje de nota que se sumará a la nota de la prueba general, que podrán variar entre un 0,1 y un 0,2, es decir entre un 10% y un 20% de la nota obtenida.
Por ejemplo si en uno de los exámenes de la prueba específica la/el estudiante obtiene un 10 se le sumarán a la nota general 1 o 2 puntos dependiendo de la ponderación de esa materia de modalidad (y siempre que la materia de modalidad esté adscrita a la rama de conocimiento de la carrera que el futuro universitario pretende cursar).
Se podrán sumar a la nota general los porcentajes de las dos mejores notas obtenidas en los exámenes de la prueba específica, lo que llevará a que la nota máxima que se pueda obtener en el examen de Selectividad pase de un 10 a un 14. Por tanto la nota de admisión completa quedará configurada de la siguiente forma:
Nota de admisión = 0,6 × NMB + 0,4 × CFG + a × M1 + b × M2 |
NMB = Nota media del Bachillerato.
CFG = Calificación de la fase general.
M1, M2 = Las dos mejores calificaciones de las materias superadas de la fase específica.
a, b = parámetros de ponderación de las materias de la fase específica.
El decreto declara explícitamente que para las y los estudiantes que quieran acceder a carreras en las que se produzca un “procedimiento de concurrencia competitiva”, o lo que es lo mismo, en las que haya un número reducido de plazas respecto a la demanda y la nota de corte sea alta (ciencias de la salud, arquitectura, ingenierías,..) será indispensable la prueba específica. Ahora bien, si para entrar en una carrera cuya nota de corte no es demasiado alta, por ejemplo entre 6 o 7, todo las y los estudiantes deciden hacer la prueba específica, la nota de corte subiría consecuentemente y, sin lugar a dudas, todo estudiante tendría que realizarla. ¿No habíamos dicho que la prueba específica era voluntaria?
Consecuencias prácticas para la/el estudiante
- Será de facto necesario para acceder a la gran mayoría de carreras universitarias cursar la prueba específica lo que supondrá mayores dificultades para las/los estudiantes que quieran estudiar carreras con nota de corte alta. Las estadísticas hablan de que en la primera convocatoria del nuevo proceso de selectividad un 77% de las y los alumnos presentados (190.671) se presentaron a la prueba específica, un 80,4% en junio, demostrando así que la voluntariedad de dicha fase específica es de facto falsa. Del mismo modo esto favorecerá a las/los estudiantes que gocen de mejores condiciones económicas que serán los que podrán permitirse pagar una academia privada que les prepare mejor para la prueba específica. Además, en caso de querer hacerse los cuatro exámenes de la prueba específica, deberán pagarse de forma adicional dos de ellos con un precio que ronda los 25 euros, lo que supondrá un brutal encarecimiento del ya de por sí alto coste de la prueba. Como vemos, las desigualdades sociales que provocará la nueva PAU en el acceso a las titulaciones universitarias son evidentes y podemos hablar abiertamente de un proceso de elitización en el al acceso a la universidad, que se da en mayor medida en el acceso a las titulaciones con nota de corte más alta.
- La inclusión de una prueba oral de la lengua extranjera a partir del curso 2011/12 (inglés en la más amplia mayoría de casos) supondrá para el estudiante una traba difícilmente superable puesto que la preparación en lenguas extranjeras brilla por su deficiencia desde la primaria debido a los escasos recursos con que cuenta la educación pública para ofrecer el nivel exigido por la actual reforma, evaluando al estudiantado con conocimientos que no le han sido impartidos. Por otra parte, el hacer una prueba oral implicará un desgaste masivo de la administración y del estudiantado ya que el proceso de examen, que será individual, deberá comenzar con meses antes a la fase general para poder dar abasto al gran número de estudiantes que deberán concurrir a dicha prueba, lo que originará una saturación del profesorado, el cual no podrá evaluar objetivamente a cada estudiante.
- La casi obligatoriedad de la prueba específica fomenta (aún más si cabe) que en los institutos se impartan los contenidos con el único objetivo y finalidad de que el estudiantado pase la prueba específica, sin tener en cuenta la asimilación crítica de los mismos. Se fomentará del mismo modo la competitividad entre estudiantes, preocupadas y preocupados solo por el resultado final. Muestra de ello son las simulaciones, cada vez más frecuentes en los centros de estudios, que se hacen de la selectividad en mayo, muchas de las cuales son evaluadas por el profesorado como exámenes finales, aumentando más, si cabe, la paranoia que de la que está impregnada todo el curso de 2º de bachillerato, renunciando a la impartición de conocimientos que enriquezcan la base y formación cultural del estudiantado, y ciñéndose a los escuetos y rácanos contenidos que aparecen en el programa de la PAU.
- La elección del tipo de bachillerato determina a priori y recorta el abanico de carreras universitarias que el estudiante podrá cursar pues los exámenes de la prueba específica sobre las materias de bachillerato solo ayudarán a aumentar la nota si la carrera universitaria que la/el estudiante elija está adscrita a la rama de conocimiento para la que tienen “efecto” esas materias. La o el estudiante tendrá que tener clara su decisión universitaria con mucha antelación para poder prepararse los exámenes específicos y además si la nota de corte no le “da” para la carrera que quería, se verá forzado a elegir otra carrera: pero solo podrá decidirse por una de las que pertenezcan a la misma rama de conocimiento, si no la nota de la prueba específica no contaría.
Ejemplo práctico: las estudiantes que hayan escogido la modalidad de bachillerato de ciencias sociales y humanidades no podrán elegir psicología en la prueba específica, pues, a pesar de ser una optativa que pueden escoger en bachillerato, pertenece a la rama de conocimiento de ciencias de la salud.
- Los desbarajustes y desigualdades que provocó el que, durante el primer año de aplicación, las y los estudiantes de FP sólo necesitasen escoger sus dos mejores asignaturas como opción para subir nota han sido han acabado por hacer que las titulaciones de grado superior tengan también que presentarse a la fase específica de la PAU como única forma de llegar hasta los 14 puntos. Se refuerza así el carácter encubierto de obligatorio que oculta la prueba voluntaria, lo que eleva el número de estudiantes que realizan dicha prueba, reforzando y agravando la competitividad con que se quiere impregnar al acceso a las carreras con una demanda más elevada que la oferta.
La nueva PAU en el marco de la Estrategia de Universidad 2015
-Serán las universidades las que seleccionen a su alumnado al ser las que fijen los parámetros de ponderación de cada materia de las pruebas específicas: es decir, la nota de Selectividad ya no valdrá lo mismo en todas las universidades. Lo que algunos califican como “autonomía de las universidades” no es más que desregulación para que unos centros compitan contra otros y se establezcan rankings de centros de prestigio para unas/unos pocos. Como vemos, un proceso de selección de alumnos complementario a la Estrategia de Universidad 2015, que tiene como objetivo principal el establecimiento de los “Campus de Excelencia Internacional”.
Además, hay que recordar que las universidades no tienen verdadera autonomía para proponer sus propios planes de estudios pues para eso está la ANECA: para decidir los planes de estudios que satisfagan mejor las necesidades “socioeconómicas", que son las de formar a futuros trabajadores y trabajadoras ultraprecarizados.
Paralelamente, las propuestas del nuevo 4º de ESO o del Bachillerato, degradan los contenidos pedagógicos y obligan al alumnado desde los 13 años a decantarse por determinados modelos de itinerario persiguiéndose reducir el número de estudiantes del Bachillerato, el cual refuerza su condición de curso de adaptación a la Universidad. Este hecho supondrá que el estudiantado que no tenga claro el hacer una carrera se decante por otros caminos como la FP o, directamente, la salida a un mercado laboral esclavizador y se vea condenado al paro y a la precariedad.
En conclusión podemos afirmar que la nueva PAU supone la desregulación y la flexibilización de la prueba de selectividad acorde a la progresiva precarización de los estudios universitarios.